El Alzheimer es una enfermedad neurodegenerativa que afecta progresivamente a las funciones cognitivas, conductuales y físicas de quienes la padecen. Aunque suele confundirse con el término genérico de “demencia”, es importante señalar que el Alzheimer es una enfermedad concreta, considerada además como la principal causa de demencia en el mundo, pero no la única.
La demencia, en cambio, hace referencia a un conjunto de síntomas que aparecen por una alteración en la fisiología cerebral. Sus manifestaciones siempre son progresivas e irreversibles, produciendo pérdida de autonomía y dependencia de otras personas. Dentro de esos síntomas se incluyen dificultades para recordar eventos recientes, seguir indicaciones, mantener conversaciones o controlar las emociones, además de desorientación, aislamiento o pérdida de intereses.
Las 5 “A” del Alzheimer
La enfermedad se manifiesta en distintos niveles, pero hay cinco signos característicos que ayudan a comprenderla mejor:
- Amnesia: pérdida parcial o total de la memoria.
- Agnosia: dificultad para reconocer o identificar información que llega a través de los sentidos.
- Apraxia: incapacidad de ejecutar movimientos coordinados.
- Afasia: dificultad para comunicarse mediante el habla, la escritura o la mímica.
- Anomia: incapacidad para recordar los nombres de las cosas.
Estos síntomas forman parte del deterioro progresivo que acompaña a la enfermedad y se intensifican a medida que esta avanza.
Fases del Alzheimer
1. Fase inicial
En sus primeras etapas, el Alzheimer se refleja principalmente en la vida cotidiana a través de fallos en la memoria reciente, cambios de comportamiento, desorientación, episodios de agresividad y una disminución en la concentración. En esta fase, la persona suele mantener cierta autonomía, aunque empiezan a notarse señales de alerta que afectan a su entorno más cercano.
2. Fase moderada
A medida que la enfermedad progresa, los síntomas se intensifican:
- Pérdida más evidente de la memoria.
- Repetición de actos o frases.
- Agresividad.
- Pérdida de reconocimiento de familiares.
- Alternancia entre momentos de lucidez y confusión mental.
- Dependencia del cuidador.
- Olvido frecuente de palabras.
En esta etapa, la persona afectada ya necesita un apoyo constante para desenvolverse en su día a día.
3. Fase grave
La fase avanzada del Alzheimer conlleva una dependencia física total. El paciente pierde la capacidad de hablar, deja de reconocer incluso su propio rostro, presenta incontinencia y requiere de alimentación asistida. En este nivel, la enfermedad no solo deteriora las funciones cognitivas, sino también las físicas, reduciendo notablemente la autonomía de la persona.
Un reto compartido
El Alzheimer no solo afecta al paciente, sino también a su entorno familiar y social. Comprender sus fases y características permite afrontar con más preparación el proceso de acompañamiento y cuidado, aportando herramientas para mantener la dignidad y la calidad de vida del afectado.
Organizaciones como AFA Olivares trabajan en la difusión de información y el apoyo a las familias, recordando que la empatía, la paciencia y la atención especializada son pilares fundamentales en este camino.




